¿Te gustaría vivir 100 años de forma saludable?
Nazareth Castellanos, directora de Investigación de Nirakara Lab, y Gustavo G. Díez, director de Nirakara Lab, lanzaron esta pregunta durante la presentación del nuevo ciclo de conferencias de "Medicina del Estilo de Vida", a los más de 500 participantes que asistieron en vivo vía zoom.
El 92% respondió afirmativamente a través de una aplicación de estadísticas en directo, pero los investigadores quisieron ir más lejos y descubrir por qué querían vivir tanto. Las respuestas hablaron del amor y el gusto por la vida, de los proyectos vitales y de la fascinante aventura que supone una buena vida. Los motivos de los que votaron “no” tuvieron que ver con “el temor a la vejez, con dejar sitio a los que vienen, con no ver muy posible llegar en plena forma y porque gran parte de los seres amados ya no estarían”.
A través de estas preguntas, Nazareth Castellanos y Gustavo G. Díez pretendieron llevar a la reflexión no solo sobre "por qué vivir más", sino sobre todo "cómo vivir mejor", con el fin de revisar los planteamientos de nuestros estilos de vida. “Vale, quiero vivir más, pero qué puedo hacer… porque hay cosas que se escapan a nuestro control, pero en las que no, ¿qué puedo hacer? Se trata de reconocer en primera persona la importancia de cuidar los ingredientes que van a aumentar las probabilidades de estar mejor”, argumentaba Nazareth Castellanos.
Según la investigadora, muchos estudios muestran cómo a menudo el ser humano se deja llevar a la deriva, cuando hay muchas cosas que están en sus manos. “Afortunadamente, en los últimos 20 años a nivel científico se ha empezado a devolver el protagonismo a la persona. Hemos pasado del determinismo de la genética a la epigenética, donde uno puede rescribir su vida”. A paso seguido, Gustavo se preguntaba: “¿De qué sirve vivir tantísimo si nuestro estado interno está hecho una mierda? Solo merecería la pena si somos felices. Lo contario es la definición exacta del infierno: un estado de inmortalidad en el que uno sufre”.
Gustavo sacó a relucir la frase de Nazareth “yo me cuido para estar bien, pero no para no estar mal”, con el objetivo de conducir a la audiencia a la siguiente etapa: la autoconsciencia. “Cuando las autoridades hablan de prevención realmente están yendo en contra de los mecanismos y de la motivación cerebral, porque nadie se cuida para no estar mal”.
Autoconsciencia, sherpa del bienestar
Nazareth expuso cómo la enfermedad de Alzheimer tarda en producirse unos 15 – 20 años (prodrómica). Cuando aparecen los primeros síntomas, el problema es cómo deshacer un nudo que lleva haciéndose 15 o 20 años. “El cuerpo es un elefante que va muy lento”, dijo. “La biología tiene una memoria de décadas, con un rastro inmenso”. Por ejemplo, un artículo científico nos dice que el estrés de los padres se traduce genéticamente en el niño pero hablamos del estrés que han tenido hasta siete años antes de haber sido engendrado el bebé. ¡Cuidado!, avisaba: “Hay que aprender a pensar a largo plazo: nuestro cerebro empieza a envejecer a partir de los 39 años”.
Para la experta, el objetivo de estas conferencias, con investigadores de primer nivel, es precisamente aprender a mirar a larga distancia y saber que el estilo de vida influye en nuestro bienestar. Por su parte, Gustavo definió su posición filosófica alejándose de los mensajes paternalistas con datos también muy científicos que nos dicen cómo deberíamos de vivir. Su planteamiento lo sintetiza en tres palabras clave: conocimiento, regulación y mesura. En cuanto a conocimiento se refirió a la información que nos viene de la ciencia y de uno mismo. “Cada uno sabe qué cosas de su estilo de vida le dan bienestar. Hay una componente difusa y cada persona tiene que buscarla, pero el hecho ya en sí es maravilloso porque hace que se haga más responsable de sí misma y encuentre sabiduría de vida”. Sobre la regulación incidió en su papel fundamental. “En mindfulness vemos cómo cambiando ciertos mecanismos de autorregulación y autopercepción uno sabe lo que es bueno para él”. La mesura para el investigador es ese componente donde lo bueno si es demasiado no es tan bueno, haciendo especial mención a las personas que se obsesionan con la vida sana; mientras que lo malo sino es demasiado, no es tan malo, dijo. Ambos coincidieron en que el punto medio es el camino.
A continuación, Nazareth abordó cómo en los experimentos con meditadores era casi imposible encontrar personas que tuvieran muy malos hábitos. “Cuando uno aprende a familiarizarse con el propio estado, a estar consigo mismo, ya aparece una mayor observación, un mayor respeto. La autocompasión, la autoamabilidad surgen de manera espontánea”, desveló la neurocientífica, quien avanzó que a lo largo de las conferencias harán hincapié en que no se trata de recetas, sino de equilibrio. Además, recalcó que no todo depende de nosotros, ya que la salud es la interferencia entre la genética, el entorno y el estilo de vida.
En este punto - expuso Nazareth - “tenemos un código genético que heredamos y es verdad que hay cargas genéticas que nos hacen ser más propensos a tener unas cosas u otras. También sabemos que el entorno influye. No es igual vivir en un país con unas situaciones que vivir en otro, así como la cultura de ese país, los niveles de contaminación, o si vives en un entorno más verde o en una ciudad. Pero hay una esfera en la que sí podemos ser mucho más activos, que interacciona con las demás: la del estilo de vida”.
¡Cuidado!, volvió a avisar: “Cuando nos sentimos totalmente responsables de nuestra salud y nos llega una enfermedad, podemos cargar con una mochila inmensa de responsabilidad (si yo llevo una vida sana, si yo soy positiva…). Nosotros llamamos a la puerta, luego se verá cuál se abre. Es verdad que cuantas más veces llamemos a una determinada puerta, más probabilidades habrá de que se abra. Pero hay que verlo desde la humildad de que no todo depende de nosotros”.
En este ciclo, avanzó, “no vamos a hablar de genética pero sí de cómo el estilo de vida puede modificar esa genética. No vamos a hablar del entorno porque no siempre es fácil mudarse de ciudad o de país. En cambio, de lo que sí vamos a hablar es del estilo de vida que es accesible a todos: la dieta, el ejercicio físico, la regulación de mis pensamientos y emociones, el sueño... Es decir, de lo que está a nuestro alcance, sabiendo que es uno de los pilares en los que se apoya la salud”.
Cuatro ingredientes clave para un buen estilo de vida
El ejercicio físico y la influencia de la postura. ¿Qué hacemos con nuestro cuerpo? A través de dos conferencias se analizará cómo el ejercicio físico, el movimiento y la postura influyen en la salud de nuestro cerebro y en la salud mental, con profesionales de vanguardia en el mundo de la investigación y académico, como Joseph Firth y Juan Nieto.
La importancia del ejercicio físico se explica con la “palabrota” (bromeó Nazareth) “neurogénesis hipocampal”. Como explicó, cuando hacemos ejercicio fortalecemos el hipocampo, una estructura cerebral con forma de caballito de mar, que es la más importante para la memoria, el aprendizaje y también para el estado de ánimo. De hecho, cuando una persona está en las primeras fases de la enfermedad de Alzheimer, el hipocampo se atrofia, se hace más pequeñito, lo que hace que tenga un deterioro cognitivo importante.
Por tanto, salir a correr o hacer gimnasia no solo cuida la salud cardiovascular, que ya es importantísimo, sino también la del cerebro. “Media hora de correr, de ejercicio físico que aumente nuestra tasa cardiaca, produce esa neurogénesis, es decir se forman conexiones, se forman neuronas nuevas en el hipocampo. Nos interesa cultivar y regar ese bosque neuronal que tenemos en el hipocampo. ¿Por qué? Imaginaros que tenéis un pedazo de bosque pero si llega algún tipo de lesión o somos propensos a alguna enfermedad neurodegenerativa, el hipocampo estará mucho más fortalecido. Es decir, nos protege”. El laboratorio con el que colaboramos - CTB centro de tecnología biomédica - acaba de publicar un artículo donde muestra los mecanismos cerebrales que podrían prevenir y ralentizar la enfermedad de Alzheimer en el caso de las personas con una vida activa, avanzaba Nazareth.
Antes de dar paso a Gustavo, la neurocientífica citó a António Damásio quien suele decir “que el día que entendamos el movimiento, habremos entendido la emoción”. El 60 % de las neuronas de nuestros cerebros se dedican al movimiento, destacó. Somos seres que nos movemos, seres de movimiento. Hoy se sabe que la postura corporal adquirida influye en el hipocampo, en la amígdala, en la corteza frontal y en el estado de ánimo. Por su parte, Gustavo aportó los datos de un meta análisis que muestra que la actividad física es uno de los grandes predictores de la depresión. “La actividad física reduce la probabilidad de tenerla”.
El sueño - continuó el investigador - es otro de los factores que interviene directamente en la salud mental. En 2014, se dio con la solución de un problema antiguo: no se sabía cuál era el sistema linfático del cerebro. Es decir, no se sabía muy bien qué función tenía en nuestras neuronas y en las demás células del cerebro un sistema que básicamente se dedica a recoger desechos con una carga inmunológica muy importante.
En cerebros de ratón (explicó) se ha visto que cuando duermen se abren unos canales de agua con una proteína (popolina 4), y mediante un canal generado por los pies de los astrocitos se crean una serie de conductos que bañan literalmente de líquido cefalorraquídeo a todas las neuronas. Esto hace por ejemplo que proteínas que se van acumulando (como los ovillos Tau y la beta amiloide) se puedan reconducir, ya que están directamente relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
El gran perjudicado de nuestra sociedad es el sueño, denunció Gustavo. “El ocio, el trabajo… los restamos del sueño. No nos damos cuenta de la importancia que tiene dormir bien. Los practicantes de mindfulness observan con claridad la diferencia de su atención entre un día que duermen bien frente a otro que no. Cambia radicalmente, pero no solo la atención, también la memoria, el estado anímico, etc.”.
Según distintos artículos científicos - avanzó - las personas con déficit de sueño pueden tener menos atención y concentración; menos control emocional y aumento de estados emocionales depresivos, adictivos y temerarios; podría estar relacionado con la aparición de Alzheimer; se incrementa el cortisol, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad, diabetes, inmunodepresión y el envejecimiento. “Lo que se sabe sobre cómo combatir el Alzheimer, que nos lo contará Fernando Maestú, tiene que ver con el estilo de vida: ejercicio físico, sueño, alimentación y estados emocionales y cognitivos adecuados”. Así que prestar atención al sueño es clave y tendremos a algunos de los grandísimos en investigación del sueño, como es Joaquín Durán, quien habla de que será la siguiente revolución. Cuando podamos incrementar la calidad del sueño muchas cosas van a cambiar positivamente en los seres humanos.
El intestino ha sido otra de las revoluciones científicas durante la última década, también llamada la década de la microbiota, según contó Nazareth Castellanos. Hoy ya es corriente haber oído hablar de ella, es decir de los microorganismos que viven principalmente en nuestro intestino, si bien habita por todo el cuerpo.
¿Por qué es tan importante la del intestino? Nazareth expuso que al principio se pensaba que esos microorganismos (hongos, bacterias, virus, levaduras) eran patógenos (había que quitarlos); luego que eran unos parásitos pero después - no llega ni a 15 años - cambió completamente el paradigma: se vio que la microbiota intestinal es vital para el ser humano. “Hoy se sabe que regula el sistema inmune, agente protagonista en los mecanismos de aprendizaje desde que nacemos. También se sabe que regula el sistema endocrino, clave para mantener en equilibrio los sistemas hormonales, que repercute en el cerebro a través de los neurotransmisores (ese contenido que las neuronas se mandan unas a otras). Pero la gran revolución fue considerar ese segundo cerebro en el intestino, es decir, el eje intestino – cerebro. Hablamos de cómo el intestino, cómo la microbiota afectan a las funciones del cerebro”. Por ejemplo, quiso clarificar la investigadora, “una de las cosas más importantes para el bienestar y la salud a nivel social es que cuando la información del intestino llega al cerebro a través del nervio vago, el cerebro lo interpreta y utiliza para hacer una cosa u otra.
Según la investigadora, una de las claves más importantes de esa interacción tiene que ver con el cerebro social. “Se sabe, dijo, que la influencia de nuestro intestino repercute en cómo nos percibimos a nosotros mismos, cómo percibimos a los demás. Hay proyectos súper interesantes que hablan de cómo se podrían cambiar las dietas en ciertos entornos para favorecer o inhibir ciertos comportamientos agresivos”.
Hoy en día, dentro de los campos de la medicina del estilo de vida, se ha visto que es la que más pistas aporta: hay alimentos que nos hacen ser más agresivos o tomar decisiones más precipitadas. En cambio, otros favorecen los mecanismos de atención, memoria y perspectiva de una situación. La doctora Silvia Gómez Senent y el biólogo Ismael Palacios profundizarán en cómo la microbiota repercute en nuestra calidad de vida y en la salud mental.
Pero la microbiota no solo depende de lo que comamos, aclaró la experta, sino también del estilo de vida. Nirakara Lab (nosotros revelaba Nazareth) publicó un par de artículos científicos donde se veía que las personas que hacen ejercicio físico favorecen su microbiota, aumentando y mejorando su diversidad. En este sentido, también influyen los medicamentos, el estrés, la forma en que hayamos nacido, la genética, el entorno y las relaciones sociales. “Es algo que me parece maravilloso y sorprendente porque nos abre otras vías de comunicación. Hay mucho más que la palabra. No todo es tan mental, lo que hayas comido hoy o estas semanas, el ejercicio físico… tienen la palabra. Todos estos descubrimientos nos llevan a concebir la mente humana como multidimensional, donde intervienen muchas cosas para tener unos comportamientos u otros. Saber qué ingredientes metemos en este pedazo de horno que es nuestro cuerpo para que salga una cosa u otro es maravilloso”.
El estado mental y emocional - explicó Gustavo - es una de las consecuencias de tener un buen estilo de vida. Vivir muchos años, si vivimos mal no tiene sentido, reafirmaba. “No solo entendemos el wellbeing, el bienestar mental como una consecuencia, sino que a su vez también hay investigaciones que explican cómo los factores psicológicos influyen en la salud. La satisfacción y el propósito de vida afectan positivamente a la salud física y mental. Cuidar esta componente interna es esencial. En este campo, tendrán voz Carmelo Vázquez que hablará de los factores positivos e Iñaki Martín Subero (epigenetista) sobre cómo afecta el estilo de vida en general y en particular en la expresión genética. Pero también se analizará con expertas como Sara Lazar con neurociencia de la meditación y Silvia Fernández con resiliencia.
Antes de dar paso al vídeo presentación del rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goyache, los dos investigadores de Nirakara Lab le agradecieron su apoyo a esta iniciativa, así como la estrecha colaboración que han mantenido desde siempre y en concreto a través de la Cátedra Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense.
¿Te consideras responsable de tu salud?
Para finalizar, terminaron como empezaron, preguntando. Las respuestas fueron "sí y en parte" las más votadas, casi el cien por cien. Precisamente para facilitar este empeño nace este ciclo que tratará de aportar conocimientos y herramientas con las que poder influir en los factores que aumentan la salud. “No habrá recetas pero sí muchas pistas, sugerencias y datos”, prometía Nazareth Castellanos en los últimos minutos, mientras que Gustavo matizaba "cómo hay una parte que sí tenemos influencia, y otra que es como el amanecer y el anochecer: no los elegimos nosotros”.
¿Qué es lo que vive cuándo estamos vivos? ¿Qué es lo que deja de vivir cuando morimos?
Con estas preguntas en recuerdo del gran biólogo y filósofo Humberto Maturana, fallecido el pasado 6 de mayo, nos dejó Nazareth antes de ceder la palabra a Gustavo, que animó a participar, proponer ideas, compartir y preguntar… “Sería la manera de generar una fuerza para informarnos y escuchar a personas que nos inspiren desde el método científico”.
Aseguraron que todas las conferencias serán en clave muy divulgativa que favorezcan el aprendizaje. De hecho, Nazareth y Gustavo acompañarán a todos los protagonistas para llevar a tierra todas las investigaciones más allá de la altura científica de los ponentes.
¡Os esperamos!
La próxima será el 26 de mayo a las 18.30 hora española. Joseph Firth hablará sobre “Ejercicio físico para la salud mental”, con traducción simultánea.
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Artículo: Dime qué microbiota tienes y te diré cómo es tu salud
Escrito por Lola Salado
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