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¿Y si te haces “experto en tu vida”?

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escrito por
LOLA SALADO
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Los neurocientíficos e investigadores chilenos Ismael Palacios y Francisco J. Parada abordaron durante su conferencia “Neurociencia en el estilo de vida” cómo la medicina de los estilos de vida se puede aplicar con excelentes resultados a la salud mental, a partir de los seis pilares que la definen: nutrición, actividad física, manejo del estrés, abuso de sustancias, sueño y fortalecimiento de las relaciones interpersonales.

Ismael Palacios fue quién la inició partiendo de que llevamos décadas estudiando la salud mental, la psicología, la neurociencia, si bien la gran pregunta es ¿cómo lo insertamos en la vida real? “Cuando hablamos de estilo de vida se trata de entender cómo las personas desde su mundo interactúan con este otro mundo”. Así, su interés fue plantear nuevos desafíos ante estas nuevas ideas, durante el Ciclo de conferencias de Medicina del Estilo de Vida 2021.

Quiso comenzar con algunos números procedentes de la web Our World in data sobre las principales causas de muerte. Así que se detuvo en “de qué nos morimos”. Según datos de 2017, casi el 40% de las muertes se deben a enfermedades cardiovasculares, incluidos ataques al corazón y accidentes cerebrovasculares, seguidas de cánceres, con un 10%. “Hablamos de 17 millones de muertos por causas cardiovasculares y casi 10 millones por cáncer”, resaltó.

Anualmente en el mundo mueren unos 56 millones de personas, cifra que puso en perspectiva frente a los fallecidos por Covid, con 4,5 millones, lo que les uparía al tercer lugar de este particular ranking. Tras estas grandes cifras, más abajo aparecen las muertes por demencia, diabetes y suicidios.

Enfermedades cardiovasculares, cáncer y respiratorias conforman el jinete del Apocalipsis que más vidas siega cada año en el planeta, jinete que se alimenta de hábitos de riesgo de todos conocidos, como presión arterial alta, fumar, alto consumo de azúcar, contaminantes, dieta alta en sal y baja en cereales integrales, carnes procesadas, abuso de alcohol y drogas, no ingesta de frutas ni verduras… una larga lista que en un porcentaje muy importante tiene que ver con la forma de vivir. “Esto es muy interesante – dijo – la razón por la cual nos enfermamos y por la cual nos morimos son factores aludidles a los estilo de vida”.

Solo a causa de la dieta, según un estudio del Global Burden of Disease, en 2017 murieron aproximadamente 11 millones de personas, mientras que otros 255 millones sufrieron algún tipo de enfermedad relacionada con su nutrición.

Y este fue su primer mensaje: “Las principales causas de muerte y enfermedad a nivel mundial son factores atribuibles a los estilos de vida, que dependen de nuestros actos, de las cosas que nosotros hacemos, pero que probablemente haciendo ajustes en estos estilos, podamos detener algunas de las enfermedades que causan la mayor cantidad de discapacidad y muertes en el mundo”.

A causa del drama de las enfermedades crónicas no transmisibles, en la actualidad los servicios de salud (y no solo por covid), – aseguró – “están súper desgastados, tratando de solucionarlo sin habernos preocupado realmente de ver las causas, el origen de todas estas condiciones (…). Pero desde hace algunos años ha surgido este área de la salud, que no es una especialidad médica pero sí una especialización, llamada “La medicina de los estilos de vida”, un enfoque basado en evidencia científica, que busca prevenir, tratar e incluso revertir enfermedades reemplazando conductas no saludables por la saludables”.

A su propia pregunta sobre cuáles son estos seis pilares de los estilos de vida, se respondió: “Comer de forma saludable, aumentar la actividad física, desarrollar estrategias para controlar el estrés, suspender el consumo de tabaco, y aquí no solo es tabaco, si no el abuso de sustancias peligrosas, drogas, etc., que se puede extrapolar a conductas de riesgo; mejorar los hábitos de sueño y formar y mantener relaciones interpersonales saludables. Estos seis pilares se enmarcan dentro de esta medicina de los estilos de vida como factores fundamentales para lograr la salud física y psicológica”, sintetizó, para ampliar: “Producto del boom que ha tenido, hay un montón de sociedades en el mundo de primera línea como la Global Alliance de la Lifestyle Medicine, el American College of Lifestyle Medicine (la más importante), también la organización europea, la Sociedad Latinoamericana, la británica, la australiana… y nosotros en Chile también tenemos nuestra Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida que a punto de cumplir un año, organizamos un montón de eventos de interés en línea con las otras sociedades”.

Tal y como destacó, el foco es la prevención, en pro de modificar esos malos hábitos, pero desde la responsabilidad de la persona interesada, que es “la experta en su vida”, acompañada por el experto en evidencia. “Así dejan de ser pacientes pasivos para convertirse en colaboradores activos de su salud y este es el gran cambio de enfoque”.

Tal y como expuso, Dean Ornish, uno de los principales exponentes a nivel mundial, comenzó a pautar cambios en los estilos de vida para tratar enfermedades crónicas, como la cardíaca, la diabetes, los cánceres y las enfermedades respiratorias. Con intervenciones a lo largo de 5 años, que incluían dietas saludables, ejercicio aeróbico, gestión del estrés, dejar de fumar y apoyo psicosocial, logró en algunos casos incluso revertir la enfermedad cardíaca aumentando el diámetro de las arterias y teniendo resultados muy interesantes. De hecho, el grupo control que no llevó adelante los cambios más intensivos tuvo dos veces más eventos adversos y más probabilidades de tener estos eventos cardíacos. Intensive Lifestiyle Changes for Reversal of Coronary Heart Disease (1998).


Medicina del estilo de vida y salud mental


A continuación Ismael Palacios abordó los resultados positivos de incluir la salud mental en la medicina del estilo de vida. “Hoy en día hay muchos estudios que avalan que no podemos estudiar la salud (física), sin entender la salud mental. Sabemos que la depresión está estrechamente relacionada con las enfermedades cardíacas, los ataques de corazón y con la diabetes, entre otras. Y ¿por qué razón? Porque justamente los factores de riesgo de una también son los factores de riesgo de la otra”. Explicó cómo tener una enfermedad de salud mental véase la depresión, a su vez genera modificaciones biológicas. “No está solamente en el mundo de lo psicológico y lo mental, sino que tiene una base biológica que modifica la fisiología del cuerpo; modifica el metabolismo de mecanismos como la serotonina, el cortisol, los factores inflamatorios de la inmunidad… Y todos estos cambios en cierta forma tienen como consecuencia factores de riesgo y hasta las mismas condiciones de la enfermedad mental. Por otro lado, la adherencia a fármacos, o a tratamientos médicos, sean cuales sean, disminuyen considerablemente en pacientes con problemas de salud mental. Como vemos, la salud física y la salud mental están estrechamente relacionadas”, insistió.

El investigador puso de relieve cómo en los últimos años, a pesar de toda la investigación y divulgación existente, los problemas de salud mental van en aumento, sobre todo la depresión afectando más a mujeres que a hombres, aunque crece en ambos géneros, así como las limitaciones vitales que genera. Según, IHME, Global Bourden of Disease, las principales causas de discapacidad no son únicamente las enfermedades crónicas no transmisibles sino también la salud mental.

A continuación interrelacionó los hábitos y la salud mental. A partir de la investigación de Ingram et al., Frontiers in Psychology, 2020 - Changes in Diet, Sleep, and Physical Activity Are Associated With Differences in Negative Mood During COVID-19 Lockdown -, mostró cómo los distintos parámetros de los hábitos de las personas se relacionaban con las perturbaciones en su ánimo. “En la mayoría de los casos, las personas que habían reportado que empeoraba su hábito, si su problema era el alcohol, bebían mucho más, lo que se retroalimentaba con mayores desarreglos en su ánimo. La misma dinámica sucedía con las personas con problemas alimentarios, de sueño o actividad física. “Por tanto, las personas con vidas más sedentarias tenían asimismo mayores índices de peor ánimo. Hay una estrecha relación entre la salud física y la mental pero también entre la salud mental y los hábitos”.


Salud mental y hábitos saludables


Cómo promover la salud mental a partir de hábitos saludables fue la siguiente cuestión que abordó, exponiendo los cinco desafíos planteados en su laboratorio, en el Centro de Estudios en Neurociencia Humana y Neuropsicología, udp.

  1.  Desarrollar estrategias de intervención innovadoras que incluyan a la sociedad de manera transversal.
    Según explicó, en Chile tener hábitos saludables es una posibilidad solo al alcance de las élites, personas con alta capacidad de ingresos, con tiempo libre y acceso a la información. Por el contrario, las comunidades o las personas con mayores índices de insatisfacción no tienen la capacidad de obtener ni optar por ellos. Para atajarlo, destacó el proyecto Kintampo (Ghana), cuyo objetivo fue brindar atención cercana a los hogares de las personas en las zonas rurales pobres de Ghana mediante la capacitación y el apoyo a una nueva fuerza laboral comunitaria de salud mental. En los cinco años transcurridos desde que se lanzó el Proyecto Kintampo, la fuerza laboral comunitaria capacitada y la cantidad de personas a las que sirvieron se duplicó holgadamente. 
  2.  Desarrollar programas de investigación e intervenciones diseñadas en base a las nuevas evidencias científicas.
    Desde la aparición del estudio de Dean Ornish, Intensive Lifestyle Changes for Reversal of Coronary Heart Disease, en diciembre de 1998, han aparecido multitud de grupos con distintas intervenciones de estilo de vida para la salud mental, que no están homogenizadas, lo que según el experto, “trae problemas. Cuando uno se enfrenta a las mediciones sistemáticas, lo que se encuentra son resultados pocos creíbles, que discrepan dependiendo de la intervención, por lo que es importante la sistematización de estas intervenciones”. 
  3.  Involucrarse con autoridades, líderes y en las agendas de políticas públicas. Desde su visión, es probablemente el punto más complicado. “Muchos podemos investigar, pero si no se maneja a nivel de la política pública o a nivel país, pocos efectos va a tener. Un ejemplo súper interesante son las comisiones de Lancet, en las que científicos expertos a nivel mundial se reúnen generalmente cinco días, para debatir un tema en particular del que posteriormente publican un comunicado con perspectivas, metas e ideas para llegar a dichas metas”. Entre las muchas que existen destacó la comisión Lancet liderada por el profesor Vikram Patel sobre salud mental global y desarrollo sostenible.
    Una y otra vez enfatizó la importancia de la aplicación y puso como ejemplo a Dinamarca, que este año ha modificado sus guías oficiales de alimentación en las que promueven un mayor consumo de agua, vegetales y cereales integrales, al tiempo que insta a reducir la ingesta de carnes, así como la disminución de azúcares, sales y grasas. 
  4. Motivar la investigación y programas de formación transdisciplinares.
    Según dijo, la discusión en la ciencia hoy día pasa por no dar suficiente fuerza a profesionales en ciencias, neurociencias y disciplinas integradoras, que puedan cumplir distintas funciones transdisiplinarias. “Pero cuando hablamos de medicina de los estilos de vida es fundamental porque necesariamente hay que incluir información proveniente de las políticas públicas, del medio ambiente, de nutrición, de psicología, de medicina... Los profesionales transdisciplinarios pueden ser fundamentales para que estas disciplinas conversen entre sí. La integración de estos profesionales que convergen la información con aquellos especialistas va a ser fundamental”.
  5. Incorporar la medicina de los estilos de vida en algún marco teórico que facilite su divulgación y comprensión.
    A cargo de este punto estuvo Francisco J. Parada, cuya conferencia versó sobre la necesidad de un nuevo modelo más allá del biomédico (Ludwig, 1975) y el bio-psico-social (Engel, 1977), y que recomendamos escuchar a partir del minuto 33:24.


(Este texto es una transcripción editada de la primera parte de esta conferencia).

Ismael Palacios García es ingeniero en Biotecnología Molecular, Universidad de Chile, doctor en Neurociencias, Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente desarrolla un proyecto postdoctoral financiado por Fondecyt-ANID para comprender el vínculo entre el eje cerebro-intestino-microbiota y el bienestar humano, y los mecanismos fisiológicos subyacentes a ello. En paralelo, investiga y promueve los estilos de vida saludables como eslabón fundamental para el desarrollo y comprensión de los procesos mentales. Cofundador de la fundación Ciencia Impacta para establecer vínculos entre la ciencia y la sociedad, y de la Escuela de Salud Microbiana que nace con la intención de unir el mundo científico de investigación de la microbiota humana con el mundo médico práctico.

Francisco J. Parada, licenciado en Psicología y Neurociencia, obtuvo su Ph.D. con doble mención en Cognitive Psychology and Neural Sciences en la Universidad de Indiana-Bloomington en Estados Unidos. Posteriormente continuó su trabajo postdoctoral en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard en Estados Unidos. El Dr. Parada se ha especializado en electrofisiología cognitiva, interacción social, imagenología cerebro-corporal móvil y cognición-4E.

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Escrito por Lola Salado

Consultora de comunicación. Licenciada en Ciencias de la Información, Experto Universitario de Mindfulness en Contextos de Salud (UCM).

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