ARTÍCULO
La meditación budista tibetana modula la conexión cerebro – corazón
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Un estudio científico realizado en los monasterios de Qiongke  y Jiagu revela que la meditación budista tibetana transforma la  interacción cerebro-corazón y aumenta el nivel de consciencia. Sus  resultados llaman a un enriquecedor dialogo entre Oriente y Occidente.
Es evocador imaginar a un grupo de monjes en un monasterio de la  meseta tibetana sentados intentando mantener en sus mentes la imagen de  un Buda. Lo que quizás sea menos evocador es imaginárselos con una gorro  lleno de cables que miden los campos eléctricos de sus cerebros y de  sus corazones. Eso es lo que han hecho un grupo de investigadores de las  universidades de Pittsburgh, Minnesota y Shanghai, y sus resultados han  sido publicados el pasado Junio del 2019 en la prestigiosa revista de  neurociencia Cerebral Cortex, editada por la universidad de Oxford  (podéis descargar el artículo científico original en inglés en este link).
En la tradición budista tibetana, la meditación suele llevarse a cabo a través de dos tipos de prácticas: samatha y vipassana.  La meditación samatha pretende calmar la mente manteniendo durante un  período prolongado de tiempo la atención en un objeto, una imagen de  Buda o un mantra, por ejemplo. En combinación con la atención localizada  y la estabilidad que proporciona la práctica de samatha, la meditación  vipassana permite mejorar la meta-conciencia, cultivar una comprensión  precisa de la identidad y la naturaleza del mundo y desarrollar una  sabiduría liberadora (Wallace 2006). 
Los meditadores veteranos son capaces de reproducir estados mentales  estables con mayor capacidad que los novicios (Lutz et al. 2007). Por  ello, los investigadores seleccionaron a un grupo de 85 monjes con la  experiencia suficiente para generar dichos estados mentales, y estudiar  cómo la meditación budista tibetana modula los mecanismos neuronales y  cambia la relación entre el cerebro y el cuerpo.
Los resultados que arroja este estudio se pueden dividir en dos grandes hallazgos. Por una parte muestran que cuando los monjes comienzan a meditar la interacción entre el cerebro y el corazón disminuye.  La respuesta del cerebro al latido cardiaco (llamada técnicamente, HEP)  disminuía unos 300 milisegundos después del latido del corazón.
¿Qué significa que disminuya la relación entre el cerebro y el corazón en meditación?
El HEP se interpreta en neurociencia como  la información que tiene el cerebro sobre lo que está haciendo nuestro  corazón. La respuesta del cerebro al latido cardíaco genera el marco  individual necesario para la subjetividad de nuestras experiencias, la  autoconsciencia y los sentimientos emocionales (Park and tallan Baudry,  2014, Park et al, 2016). Cuanto más fuerte responde nuestro cerebro a los latidos del corazón,  más pensamos en nosotros mismos (Babo-Rebelo et al, 2016). 
Con ello podemos concluir que los monjes tibetanos en meditación  están menos centrados en autorreferencias y por tanto tienen una menor  influencia de su identidad. Cuando el cerebro responde fuertemente al  latido cardíaco observamos la realidad desde el yo, mientras que al  disminuir la HEP los monjes estaban más centrados en la imagen de Buda  que estaban visualizando internamente pero no lo hacen desde el yo, sino  en plena observación objetiva. Estos resultados quizás sean una  evidencia de los mecanismos biológicos de la ecuanimidad tan importante  en la práctica de la meditación.
El segundo hallazgo de este trabajo  mostraba una reducción de la comunicación entre áreas cerebrales en la  banda gamma. Cuando diferentes partes del cerebro interaccionan, lo  pueden hacer utilizando varios “lenguajes neuronales” que llamamos  ritmos cerebrales (alpha, gamma, etc). La banda gamma corresponde a  ritmos muy rápidos de comunicación, en los que las neuronas se comunican  unas 100 veces por segundo. Un exceso de comunicación en la banda gamma  se interpreta como una pérdida de la conciencia, fenómeno que ocurre  durante la anestesia o en las etapas del sueño. 
La reducción en la comunicación en gamma en los monjes tibetanos  indica por tanto un potencial estado de metaconciencia. Esta reducción  se localizaba en las zonas frontales y limbicas del cerebro, es decir,  en aquellas más involucradas en el control de la atención y las  emociones. Cuando  se comienza a meditar aumenta esta conexión, reflejo de la reorganización en la regulación de las emociones,  hay  mas consciencia de las emociones y sus reacciones. Sin embargo,  meditadores muy experimentados, como los de este estudio, muestran un  menor diálogo atención-emoción. Estos resultados podrían evidenciar que  la metaconsciencia supone un equilibrio de la atención y de las emociones que no requiera un esfuerzo consciente. 
En general, los resultados mostrados en  este estudio evidencian la fuerte relación que hay entre mente y cuerpo  en la meditación, y que la práctica contemplativa es una potente vía  para cambiar dicha relación. ¿Meditamos sólo con el cerebro? Parece que  no. 
Pero este estudio también abre algunos  caminos interesantes para la neurociencia, ¿qué significa que la  meditación disminuya la interacción entre corazón y cerebro? ¿Deben hablarse  estos dos órganos o no? En nuestra sociedad y según la forma que  tenemos de entender la neurociencia, siempre buscamos las respuestas en  el cerebro, y nos preguntamos por qué se conecta o no con el corazón.  Sin embargo, a la vista de los resultados de este artículo científico y  del contexto de la medicina tibetana, cabría preguntarse si lo saludable  es la  desconexión  entre el cerebro y el corazón, desenganchar  el cerebro en la meditación. ¿Se ha desconectado el cerebro del corazón  o es el corazón el que se ha desenganchado del cerebro? 
¿Qué es la HEP?
HEP, del inglés Heart Evoked Potential,  es la respuesta neuronal evocada (producida) por los latidos cardíacos.  Cada vez que el corazón late, la actividad de las neuronas cambia su  dinámica. La interacción cerebro-corazón es alta cuando al latir el  corazón las neuronas cambian mucho su actividad. Contrariamente, si  cuando el corazón late las neuronas no cambian su actividad decimos que  no hay una representación neuronal de la dinámica cardíaca. 
Los cambios más interesantes a nivel cognitivo suceden unos 200-500  milisegundos después del latido cardíaco. Es decir, como medio segundo  después de haber latido el corazón las neuronas cambian su actividad, y  así en cada latido. Es interesante notar que la interacción  cerebro-corazón no se da en el latido cardíaco sino unos cientos de  milisegundos después, en la onda T cardíaca. El estudio con monjes  tibetanos muestra que la HEP se reduce cuando los monjes empiezan a  meditar, pero dicha reducción sucede unos 300 ms después del latido. Es  decir, durante la meditación tibetana se reduce la interacción  cerebro-corazón unos 300 ms después del latido cardíaco. 
La reducción en el HEP encontrada en los monjes tibetanos era  especialmente notoria en una zona cerebral llamada corteza cingulada  anterior (ACC). Esta región está involucrada en la resolución de  conflictos, como por ejemplo intentar no tener distracciones durante la  practica de la meditación. Cuando empezamos a meditar esta zona tiene  bastante trabajo intentando resolver el conflicto entre la intención del  mantenimiento de la atención y las constantes distracciones externas  (ruidos, ambiente, etc.) e internas (picores, molestias…). Los monje  tibetanos en meditación no tienen prácticamente actividad en esta zona  puesto que se postula que sus distracciones son mínimas (Van Veen et al,  2001). 
Referencias:
Artículo científico original de la modulación de la interacción cerebro – corazón en meditación tibetana.
- Jiang H, He B, Guo X, Wang X, Guo M,  Wang Z, Xue T, Li H, Xu T, Ye S, Suma D, Tong S, Cui D. Brain-Heart  Interactions Underlying Traditional Tibetan Buddhist Meditation. Cereb  Cortex. 2019
 
Acceso al artículo científico original (en inglés)
- Babo-Rebelo M, Richter CG,  Tallon-Baudry C. 2016. Neural responses to heartbeats in the default  network encode the self in spontaneous thoughts. J Neurosci.  36:7829–7840. 
 - Lutz A, Dunne JD, Davidson RJ. 2007.  Meditation and the neuroscience of consciousness: an introduction. In:  Thompson E, Moscovitch M, Zelazo PD, editors. The Cambridge handbook of  consciousness. Cambridge: Cambridge University Press
 - Park HD, Tallon-Baudry C. 2014. The  neural subjective frame: from bodily signals to perceptual  consciousness. Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci. 369:20130208. 
 - Park HD, Bernasconi F, Bello-Ruiz J,  Pfeiffer C, Salomon R, Blanke O. 2016. Transient modulations of neural  responses to heartbeats covary with bodily self-consciousness. J  Neurosci. 36:8453–8460. 
 - van Veen V, Cohen JD, Botvinick MM,  Stenger VA, Carter CS. 2001. Anterior cingulate cortex, conflict  monitoring, and levels of processing. NeuroImage. 14:1302–1308. 
 - Wallace BA. 2006. The attention revolution: unlocking the power of the focused mind. Boston: Wisdom Publications
 
Imagen de portada: uno de los monjes que  participaron en el estudio durante la meditación y registro de sus ondas  cerebrales y cardiacas. Fotografía cedida por el autor del estudio  científico, Dr Haiteng Jiang, Biomedical Functional Imaging and  Neuroengineering Laboratory, Department of Biomedical Engineering,  Carnegie Mellon University
            Escrito por Nazareth Castellanos
Licenciada en Física teórica y doctora en Medicina por la Universidad 
Autónoma de Madrid. Master en Matemáticas aplicadas a la biología y 
Master en Neurociencias por la Facultad de Medicina de la UAM. Ha 
trabajado como investigadora y docente en el laboratorio de Neurociencia
 cognitiva y computacional del CTB (Universidad Complutense y 
Politécnica de Madrid), en el instituto de investigaciones cerebrales 
Max Planck de Frankfurt y en Kings College de Londres.
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