Sep 26 / Gustavo Diez

Nuestro reciente estudio revela que el Mindfulness impacta positivamente en la vida de quienes sufren con dolor crónico

Si vives con dolor crónico probablemente hayas probado de todo: medicamentos, terapias físicas, e incluso también algunas terapias alternativas. Quizás ninguna de las soluciones te haya resultado lo suficientemente efectiva, porque el dolor crónico no se relaciona únicamente con una lesión. Existen factores biológicos, como la inflamación; factores psicológicos, como la falta de aceptación o la tendencia a catastrofizar; factores de comportamiento, como dejar de hacer las cosas que haríamos si no tuviéramos dolor; y factores neurológicos, relacionados con las redes que procesan la información nociceptiva. Por eso, en el ámbito científico, nos interesa mucho identificar qué elementos debería incluir una terapia integral que mejore el pronóstico de los pacientes con dolor de espalda.

Hace años iniciamos un proyecto de investigación con el Instituto Biotecnológico de Vitoria (BTI) y la Universidad Complutense para evaluar si la práctica de mindfulness podría ser uno de esos elementos clave en las terapias del futuro para el dolor de espalda.

En 2022, publicamos un estudio en el que demostramos que la práctica de mindfulness reduce biomarcadores de inflamación en personas con dolor crónico. Ahora, en un nuevo estudio que acabamos de publicar, mostramos cómo también se producen cambios psicológicos positivos y una reorganización de los patrones atencionales.  

Queríamos saber si el programa MBSR aplicado a personas con dolor crónico de espalda podía hacer dos cosas: por un lado, reducir los síntomas psicológicos asociados al dolor crónico y, por otro, cambiar la manera en que las personas prestan atención al dolor y, por supuesto, descubrir si este segundo punto tenía relación directa con la percepción del dolor mismo. Para ello, dividimos a los participantes en dos grupos (experimental y de control). Uno siguió el programa MBSR y el otro no, y además, utilizamos un eye tracker, un dispositivo que nos permite saber hacia dónde dirigían su mirada al observar imágenes relacionadas con el dolor.

Aunque solemos pensar que la atención es un fenómeno completamente voluntario, nada más lejos de la verdad, está fuertemente influenciada por factores biológicos y psicológicos que parecen mover los hilos de nuestra atención. Estos factores determinan la orientación atencional, es decir, hacia dónde dirigimos nuestra atención, y también la fijación atencional, o sea, cuánto tiempo mantenemos nuestra atención en un estímulo. Además, está la intensidad de la atención, que se refiere a cuánta energía mental dedicamos a ese estímulo. Si el cerebro percibe que un estímulo es importante para nuestra supervivencia, la intensidad de la atención será mayor.

Este mismo principio aplica al dolor crónico. Sabemos que las personas que sufren dolor crónico tienen más dificultades a "desenganchar" su atención de los estímulos relacionados con el dolor, lo que puede intensificar su experiencia de dolor. Cuanto menos capacidad de desenganche del dolor, más central se vuelve en tu vida. Este ciclo de atención enfocada en el dolor puede, en efecto, aumentar la percepción del malestar y perpetuar los síntomas. La intervención de mindfulness, al entrenar la atención y la aceptación, podría ayudar a romper este ciclo, permitiendo que los pacientes redirijan su atención y disminuyan la fijación en el dolor, favoreciendo un mayor bienestar.

Las personas que formaron parte del grupo experimental, es decir, que participaron en el programa MBSR, reportaron sentirse menos estresadas, menos ansiosas y menos deprimidas, lo que fue proporcional a la sintomatología del dolor crónico. El dolor disminuyó, pero no desapareció. También hubo una mejora notable en su satisfacción con la vida y el bienestar general, mientras que el grupo control, que no participaron en el grupo de MBSR, presentó mayores niveles de depresión, ansiedad y estrés, junto con una menor aceptación del dolor. 

El programa MBSR no produjo cambios drásticos en los patrones atencionales de los participantes hacia los estímulos de dolor, salvo por un aumento en la duración de las fijaciones en todos los tipos de estímulos, tanto dolorosos como neutros, después del programa. Interpretamos este aumento en la duración de las fijaciones como una posible medida indirecta de la aceptación del dolor, un mecanismo clave en los programas de MBSR.

Un mayor nivel de estrés, depresión y ansiedad suele estar relacionado con una menor capacidad para aceptar el dolor crónico, lo que a su vez incrementa la percepción del dolor. Sin embargo, tras realizar el MBSR, se observó una reducción en el estrés, la depresión y la ansiedad, lo que facilita una mayor capacidad para aceptar el dolor, disminuyendo así la percepción del mismo.

Este estudio sugiere que un programa de mindfulness, practicado de forma constante, puede ser un factor importante para mejorar la relación con el dolor crónico. Aunque no elimina el dolor físico, sí lo reduce y alivia los síntomas de estrés y ansiedad. También aumenta variables positivas, como la satisfacción con la vida, o el bienestar general, lo que, en última instancia, siempre es deseable. Sabemos que una actitud más positiva permite a las personas retomar actividades físicas, relacionarse mejor con los demás y cuidar aspectos clave de su estilo de vida, como la alimentación o la calidad del sueño. Poco a poco comprendemos que superar el dolor crónico es como repoblar un bosque: requiere tiempo, paciencia y la intervención en múltiples frentes. No basta con una sola solución, se trata de cultivar un ecosistema de cambios.

Si tienes dolor crónico y quieres información de nuestros programas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. 

Contáctanos

Nombre
Apellidos
E-mail
Asunto
Gracias por contactar con nosotros. Te responderemos lo antes posible a la dirección de correo facilitada.

Entérate de las últimas novedades

Suscríbete a nuestro newsletter

Gracias!