Mi nombre es Ana, y formo parte del equipo Nirakara. Hoy quiero compartir con vosotros algunas reflexiones. Desde que me uní a Nirakara hace cuatro meses, he tenido la oportunidad de sumergirme profundamente en el mundo del mindfulness, tanto a través de la práctica diaria como del trabajo colaborativo con un equipo increíblemente dedicado.
Al principio, como os habrá pasado a muchos, tenía mis propias ideas preconcebidas sobre lo que la práctica de mindfulness realmente implicaba. Había escuchado que era una forma mágica de eliminar el estrés, que bastaba con cerrar los ojos y respirar para alcanzar una paz interna instantánea o que, en realidad, se trataba de alcanzar un estado espiritual superior. Sin embargo, al profundizar, pronto descubrí que el mindfulness es mucho más que eso. Es una práctica rica y matizada, llena de mitos y realidades que a menudo se malinterpretan.
Entre lecturas, prácticas y conversaciones con algunos miembros del equipo como Jesús Garzón (profesor MBSR del equipo Nirakara), he podido recopilar algunas ideas. En este artículo, me gustaría compartir con vosotros algunos de los mitos más comunes que he encontrado y contrastarlos con la realidad de la experiencia, así como sus verdaderos beneficios (sé que es un camino que tan solo acaba de comenzar).
Mindfulness es un término que ha pasado a formar parte del vocabulario en nuestra sociedad, y su práctica se ha instalado en el contexto educativo, terapéutico, clínico y como herramienta de bienestar o crecimiento personal. Sin embargo, como ocurre con cualquier tendencia emergente, la práctica de mindfulness también ha generado una serie de mitos y conceptos erróneos que pueden distorsionar su verdadero valor y potencial. A medida que la investigación científica sobre mindfulness continúa desarrollándose, las evidencias respaldan cada vez más los beneficios tangibles y duraderos de esta práctica.
Es por ello que, en este artículo, exploro (desde mi experiencia) algunos de los mitos más comunes en torno a Mindfulness y algunas de sus realidades respaldadas por la investigación, que demuestran su capacidad para transformar nuestras vidas de manera profunda y significativa.
REALIDAD
Mindfulness no se trata solo de reducir el malestar; también, promueve el bienestar emocional y la satisfacción con la vida. Según investigaciones, este bienestar está relacionado con la reducción de la actividad de la red por defecto. Una red de regiones cerebrales que están más activas durante el ‘reposo’ que durante la ejecución de una tarea. La red por defecto es una mente que vive en la planificación futura, la reviviscencia del pasado, la experiencia de sensaciones, la escenificación de hipotéticos escenarios donde somos el actor protagonista y excesivo diálogo interior de contenido autobiográfico. Jesús Garzón, profesor MBSR del equipo Nirakara, aclara que esta red no carece de sentido, pues también guarda una estrecha relación con la capacidad de resolución de conflictos, la imaginación y creatividad.
“El problema es que, para la mayoría de nosotros, la RND está completamente desorbitada, y tiene una actividad demasiado intensa, es muy adhesiva y se relaciona con un piloto automático y un grado alto de insatisfacción”, añade Jesús.
En 2011, un consorcio de universidades americanas mostró que la meditación reduce la actividad de la red por defecto, especialmente en las cortezas medial prefrontal y la cingulada posterior y la precuña, y con ello el ajetreo mental y la satisfacción subjetiva percibida (Castellanos y Diez, 2022). La regulación de las emociones supone la generación de estrategias que influyen en cómo y cuándo emergen las emociones, su duración y vivencia.
La red frontolímbica conecta la corteza frontal con los sistemas emocionales (límbicos). Aquí destaca la amígdala, un área de especial relevancia en el contenido emocional de las memorias, que suele presentar mayor actividad en personas con ansiedad, estados de miedo o autodefensa. La red frontolímbica es más fuerte en meditadores expertos, lo que se correlaciona con medidas de bienestar y disminución de la actividad de la amígdala (Castellanos y Diez, 2022).
MITO
Si bien es cierto que mindfulness ha demostrado ser eficaz para reducir el estrés y la ansiedad, sus beneficios van mucho más allá de la gestión del estrés. Estudios han encontrado que las personas que practican mindfulness regularmente experimentan niveles más altos de emociones positivas, como la felicidad, la gratitud y la compasión. Además, otras investigaciones han mostrado que esta práctica se asocia también con el fortalecimiento de la resiliencia emocional, lo que permite a las personas adaptarse mejor a los desafíos y las adversidades de la vida.
También se ha demostrado que puede reducir los niveles de estrés y ansiedad en personas mentalmente sanas y sin patologías (Chiesa & Serretti, 2009). Al cultivar una mayor conciencia y autocompasión, la práctica de mindfulness puede transformar fundamentalmente la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
"La práctica de mindfulness tiene que ver mucho con la autoconciencia, y yo creo que esto tiene que ver también con una especie de mito, parece que es una práctica egoísta por que uno se presta atención así mismo. Pero, paradójicamente, una mayor autoconciencia de todos los procesos que nos conforman, va generando idealmente un sentido de autodescentramiento. En la cual, esa idea tan pegajosa de la imagen que tengo del yo mismo, se va deshaciendo poco a poco" — Jesús Garzón
MITO
Otro mito común es la idea de que practicar mindfulness implica eliminar por completo los pensamientos de nuestra mente. Sin embargo, este concepto erróneo pasa por alto la verdadera esencia de Mindfulness: cultivar una relación diferente con nuestros pensamientos, no eliminarlos por completo. En lugar de tratar de detener o suprimir los pensamientos, la práctica de mindfulness nos invita a observarlos con curiosidad y aceptación, reconociéndolos como eventos mentales pasajeros en lugar de identificarnos con ellos. De esta manera, en lugar de vaciar la mente, mindfulness nos permite desarrollar una mayor claridad y perspectiva sobre nuestros pensamientos y emociones.
REALIDAD
El entrenamiento en mindfulness se caracteriza por una regulación de la atención, y se sirve para ello de procesos como la alerta, la reordenación y la resolución de conflictos. Estudios han encontrado que la práctica regular de mindfulness aumenta la actividad en regiones del cerebro asociadas con la atención y la concentración, lo que se traduce en una mayor capacidad para enfocarse en tareas específicas y resistir las distracciones. Esto ocurre por el incremento de la corteza frontal y cingulada anterior. Uno de los mecanismos fisiológicos que apoya la hipótesis de que la práctica de mindfulness mejora la función atención está basada en el incremento de las oscilaciones α, ritmo neuronal en el que las células emiten potenciales de acción a una frecuencia de unos 8-12 disparos por segundo (Castellanos y Diez, 2022). Esta mejora no solo beneficia las actividades cotidianas, sino que también puede tener un impacto positivo en el rendimiento académico y laboral.
REALIDAD
Uno de los beneficios más sólidamente respaldados. Numerosos estudios han demostrado que la práctica regular de mindfulness puede disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y reducir la activación de la amígdala, la región del cerebro asociada con la respuesta al miedo y al estrés. La conexión entre la amígdala y la corteza prefrontal pasa de estar negativamente correlacionada, típico de personas con poca regulación emocional; a estar positivamente correlacionada, mayor conexión, más regulación emocional (Castellanos y Diez, 2022).
En la revista de psiquiatría Jama Psychiatry, se publicó
un estudio que demostró la misma eficacia del MBSR y escitalopram, un famoso fármaco para tratar ansiedad; la reducción del estrés basada en la atención plena tuvo una eficacia no diferenciadora a la de una medicación de primera línea (escitalopram) para pacientes con trastornos de ansiedad.
MITO
Que practicar mindfulness requiere de tiempo, no es ninguna mentira, pero que muchas personas desestiman la práctica del mindfulness porque creen que necesitan dedicar largas horas al día para obtener beneficios significativos, tampoco lo es. Sin embargo, la realidad es que puede integrarse fácilmente en la vida cotidiana, incluso en pequeños momentos de pausa durante el día. No se trata tanto de la cantidad de tiempo que dedicamos a la práctica, sino de la calidad de nuestra atención en el momento presente. Incluso unos pocos minutos de mindfulness pueden tener un impacto positivo en nuestra salud mental y bienestar si se practican con regularidad y compromiso.
Vísteme despacio, que llevo prisa
Es curioso, que, para muchas personas, el hecho de practicar incluso dentro de una agenda apretada, les confiere una sensación de mas “espaciosidad” a lo largo del día. Explica Jesús Garzón, que lo ocurre es una dilatación de la percepción del tiempo. Al final, la práctica de mindfulness conduce a ser más conscientes del carácter subjetivo de la percepción del tiempo.
REALIDAD
Además de sus beneficios para la salud mental y emocional, también ha demostrado tener efectos positivos en nuestra salud física. Se ha observado que la práctica regular de mindfulness puede ser una intervención potencial eficaz en la reducción de la presión arterial (American Heart Association Scientific, 2022).
También se asocia con una mejora en el sistema inmunológico y una reducción del dolor crónico. El dolor es procesado por el cerebro.
Este estudio, demostró que integrar la MBSR-CBP en un plan terapéutico amplio puede ser beneficioso para individuos con lumbalgia persistente. Además, esta práctica puede fomentar hábitos de vida más saludables, como una alimentación más consciente y la práctica regular de ejercicio físico, lo que contribuye a una salud general mejorada.
MITO
Una de las percepciones erróneas más extendidas sobre mindfulness es que está intrínsecamente ligado a prácticas espirituales o religiosas específicas. Si bien es cierto que tiene raíces en tradiciones contemplativas orientales, su aplicación contemporánea se ha desvinculado en gran medida de cualquier contexto religioso o espiritual. En su núcleo, la práctica de mindfulness es “simplemente” el ejercicio de prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juicios. No requiere creencias particulares ni afiliaciones religiosas; es una habilidad cognitiva que cualquier persona puede cultivar para mejorar su bienestar emocional y mental.
A medida que la investigación sobre el mindfulness continúa expandiéndose, las evidencias de sus beneficios se vuelven cada vez más claras y convincentes. Al desmitificar conceptos erróneos comunes sobre el mindfulness, podemos abrirnos a sus beneficios y explorar cómo esta práctica simple pero profunda puede enriquecer nuestras vidas de manera significativa. Ya sea que estemos buscando reducir el estrés, mejorar nuestra concentración o simplemente encontrar un mayor sentido de calma y equilibrio, queda demostrado que practicar mindfulness de manera regular y comprometida ofrece un camino hacia una vida más saludable, consciente y satisfactoria.