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En una entrada anterior (Thompson , s. f.) en el blog The Brains Blog he escrito que las prácticas de mindfulness deben ser entendidas como formas hábiles de enactuar ciertos tipos de estados corporizados y comportamientos en el mundo y no como una auto-observación interior de un continuo mental que existe de forma independiente de un observador. Este punto es especialmente importante hoy debido a que el auge de las investigaciones en el área de la neurociencia cognitiva sobre mindfulness desafortunadamente refuerza la idea equivocada de que mindfulness está en la cabeza.
Una clara ilustración de esta idea apareció recientemente en este artículo de la revista Scientific American. El artículo incluía una figura (que reproducimos más abajo) mostrando la meditación de Atención Focalizada (ing. focused attention) en términos de un ciclo dinámico de procesos cognitivos y la actividad cerebral correspondiente. En la meditación se mantiene la atención en un objeto elegido (por ejemplo, la sensación de la respiración) como una estrategia para mantenerse enfocado en el momento presente además de atender a las posibles distracciones. El ciclo cognitivo incluye la atención sostenida, la distracción y la divagación mental, la consciencia de las distracciones, reorientar la atención y volver a sostener la atención en el objeto, para nuevamente distraerse y divagar mentalmente, y así continuar. La figura ilustra cada tipo de proceso cognitivo en correspondencia con la activación de áreas particulares del cerebro, comprendidas como nodos de redes neuronales que son específicas para ciertas actividades cognitivas particulares: la divagación mental se muestra ligada a la activación de la red por defecto (ing. default-mode network: la corteza cingulada posterior, el precúneo y la región parietal posterior inferior); hacerse consciente de la distracción estaría ligado a la activación de la red de saliencia (ing. salience network; la ínsula anterior y a corteza cingulada anterior); la reorientación de la atención estaría relacionada a la activación de la corteza prefrontal dorsolateral y el lóbulo parietal inferior; y sostener el foco de atención estaría relacionado con la activación de la corteza prefrontal dorsolateral.
Hay dos problemas con esta forma de pensar.
Primero, mapear las funciones cognitivas en el cerebro de esta manera no tiene sustento. Tras analizar una amplia base de datos de imágenes cerebrales, Michael Anderson y Luiz Pessoa (Anderson, Kinnison, & Pessoa, 2013) han mostrado que no existe una correspondencia directa entre áreas particulares o redes neuronales del cerebro (especialmente aquellas que se identifican actualmente usando fMRI) y funciones cognitivas particulares. En cambio, cualquier región o red neural puede ser activada en una amplia gama de tareas, dependiendo del contexto, y cualquier tarea puede activar una amplia variedad de regiones o redes neuronales.
Además, como ha explicado mi colega de la facultad de filosofía de la Universidad de British Columbia, Christopher Mole: no existe un lugar en una orquesta donde exista unisonancia, así como no existe un lugar en el cerebro donde exista la atención. La atención es un modo en el cual múltiples procesos cognitivos de desenvuelven en relación a los demás, tal como la unisonancia de una orquesta es un modo en que múltiples procesos musicales se desenvuelven en relación con los otros. En palabras de Mole, la atención es una “unisonancia cognitiva”. Llevar a cabo una tarea implica una variedad de procesos cognitivos que tienen que operar juntos de manera coordinada, coherente y sostenida. La atención no es ninguno de esos procesos particulares ni tampoco es una especie de suma de ellos, sino que la atención es la unisonancia de su operación al servicio de la realización de una tarea. Evidentemente, si miramos dentro del cerebro, algunos tipos de procesos neuronales deben estar sucediendo, tales como la competición sesgada de la actividad neural o la sincronía en fase entre oscilaciones. Pero estos procesos en sí mismos no son la atención; son simplemente los facilitadores de la atención. La atención es un agente de fondo de los procesos cognitivos que operan al unísono.
Apliquemos estas ideas a la meditación de atención focalizada. Esta práctica requiere la unisonancia cognitiva. Necesitas poner y mantener tu cuerpo en una posición particular en relación a tu entorno inmediato, el cual incluye el entorno social de otros practicantes. Tienes que elegir un objeto atencional particular desde tu campo de experiencia, tal como la sensación táctil de la respiración. Tiene sque orquestar la consciencia interoceptiva y los procesos metacognitivos de tal manera que operen al unísono para mantener el foco en ese objeto y traerlo de vuelta cuando te distraes de él.
De estas consideraciones se desprende el hecho de que mapear la atención sostenida en un área particular del cerebro como la corteza prefrontal dorsolateral, tomándola incluso como el nodo de una red, es un error categorial. En ciertos contextos, la activación de ese área del cerebro facilita la atención, pero no genera o constituye la atención. La atención, nuevamente, no está dentro del cerebro; es una manera en que la persona (debido en parte a su cerebro, evidentemente) está comprometido conuna tarea.
Segundo, las prácticas de mindfulness consisten en el ejercicio integrado de una variedad de habilidades cognitivas, afectivas y corporales en una acción determinada, así que es un error conceptual sobreponer mindfulness en un área o red cerebral específica.
Usemos una analogía. Ser un buen padre consiste en una diversidad de habilidades emocionales y cognitivas, junto a la capacidad de poner esas habilidades en acción. Las habilidades y los comportamientos que se basan en ellas claramente dependen del cerebro—y mejorarlas cambia el cerebro—pero no son estados mentales privados y no existen dentro del cerebro. Aunque es posible que haya patrones de actividad neuronal únicos que correlacionen con ser un buen padre en un determinado contexto, apelar a su presencia no explicaría lo que es ser un buen padre. La crianza no existe dentro del cerebro; existe en el mundo social de la vida humana. Más aún, lo que se considera ser un buen padre depende del contexto social y de la cultura. Así que la parentalidad no es visible a nivel cerebral. Para poder visualizarla necesitamos una perspectiva más amplia, una que tome en cuenta a la persona completa y el contexto social y cultural.
Los mismos puntos se aplican a mindfulness. Ser consciente (mindful) consiste en ciertas habilidades emocionales y cognitivas y poner esas habilidades en acción en el mundo social. Tomando una definición clásica de mindfulness como “tener algo presente” (ing. bearing in mind; sati en Pāli o smṛti in Sánscrito) o lo que yo llamo usualmente “atención que recuerda” (ing. recollective attention). Esto incluye la atención consciente del cuerpo, monitorear los pensamientos y sentimientos y recordar continuamente hacer todo esto para traer la mente de vuelta cada vez que se distrae. En términos de las ciencias cognitivas, ejercitar estas habilidades mentales requiere la capacidad de integrar la conciencia, la atención, la memoria y la metacognición.
Ahora, estas habilidades emocionales y cognitivas que constituyen el estar plenamente presentes, así como los comportamientos basados en ellas, claramente dependen del cerebro—y mejorarlas cambia el cerebro—pero no son estados mentales privados y no existen en el cerebro. Aunque es posible que haya patrones únicos de actividad cerebral que correlacionen con estar presentes en un determinado contexto, apelar a su presencia no explicaría lo que es mindfulness. Mindfulness no existe dentro del cerebro; existe en el mundo social de la vida humana. Más aún, lo que se considera como estar atentamente presente depende del contexto social y de la cultura. De esta forma, mindfulness sencillamente no es visible a nivel cerebral. Para poder verlo necesitamos una perspectiva más amplia, una que tome en cuenta a la persona como un todo, además del contexto social y cultural.
El último punto que quiero transmitir, desde una perspectiva enactiva, consiste en que mindfulness depende constitutivamente de la cognición social. Para ilustrar a qué que me refiero, observemos esta figura de un artículo reciente titulado “Investigando la matriz fenomenológica de las prácticas relacionadas a mindfulness desde una perspectiva neurocognitiva”.
Una matriz fenomenológica de las prácticas relacionadas a mindfulness: Esta figura mapea hipotéticamente dos prácticas comunes relacionadas a mindfulness, la meditación de Atención Focalizada (FA) y a meditación de Monitoreo Abierto (OM) y otros tres estados mentales relevantes para la psicopatología en un espacio fenomenológico multidimensional. “Exp” y “Nov” hacen referencia a practicantes expertos y novicios. Las tres dimensiones primarias de este espacio son Orientación al Objeto, De-reificación y Meta-conciencia, las cuales están mapeadas en el espacio euclidiano. Las cuatro dimensiones secundarias corresponden a Apertura, Claridad, Estabilidad y Esfuerzo. Estas cuatro cualidades son representadas, respectivamente, por el diámetro de un círculo, el color de relleno de un círculo, el color del perímetro de un círculo y el grosor del soporte. La divagación mental (mind-wandering) está representada como un estado sin esfuerzo (línea punteada) de absorción (baja meta-conciencia) donde los contenidos de la experiencia son interpretados como una descripción precisa de la realidad (baja de-reificación). La ansiedad adictiva (ing. addictive craving) se presenta como un estado orientado intensa y repetidamente hacia el objeto de la adicción (alta orientación al objeto). La rumiación se representa como un estado en que la persona es consciente de pensamientos intrusivos continuos (algo de meta-conciencia) que sin embargo son percibidos como “reales” (baja de-reificación).
Los autores mapean las prácticas de mindfulness y estados cognitivos relacionados en una “matriz fenomenológica” tridimensional cuyos ejes son “meta-conciencia” (conciencia de los contenidos actuales de la experiencia), “orientación al objeto” (atención mental dirigida y sostenida), y “de-reificación” (la capacidad de ver los contenidos de la experiencia como contenidos mentales). La meta-conciencia y la de-reificación son meta-cognitivas: ambas requieren observar los procesos mentales como procesos mentales. De acuerdo a varios autores, esta habilidad proviene de la internalización de la meta-cognición: Requiere comprender la posibilidad de que existe una perspectiva desde fuera de uno mismo a través de la mirada de un otro.
Lev Vygotsky es una fuente clásica de esta idea. Él propuso que todos los procesos mentales superiores, los cuales implican una meta-cognición, aparecen dos veces en el desarrollo—primero socialmente, y segundo lugar, internalizados individualmente. Socialmente, el niño participa con otros en las prácticas sociales y enactúa formas compartidas de cognición. Por ejemplo, en la atención compartida, el niño y el cuidador se comprenden mutuamente al prestar atención a la misma cosa (por ejemplo, un juguete). Eventualmente, el niño llega a comprender que él también puede ser el objeto de la atención compartida, internalizando una perspectiva de sí mismo desde afuera. Llegar a tener esta perspectiva externa de sí mismo es clave para la meta-cognición.
Michael Tomasello desarrolló esa idea. Él sugiere que la atención mental voluntaria y la meta-cognición son formas internalizadas de cognición social, las cuales dependen de ser capaces de compartir intenciones con otros, imitar a otros y compartir la atención con otros.
Merlin Donald’s plantea una versión de estas ideas que son especialmente resonantes con la perspectiva enactiva. Él se centra en la cultura simbólica y sugiere que el cerebro humano es un cerebro cultural: Se adapta a la cultura simbólica y no se puede desarrollar ni funcionar adecuadamente como órgano cognitivo a menos que esté insertado en un contexto cultural. Donald propone que los sistemas biológicos de la memoria y los sistemas simbólicos de la memoria (escritura, ordenadores) forman un sistema cognitivo extendido híbrido. La memoria humana se extiende más allá de lo que está contenido dentro de las cabezas individuales. Los materiales y procesos culturales están tan densamente entretejidos con el desarrollo y funcionamiento cerebral que funcionan como una parte necesaria de la cognición humana. Donald además argumenta que este sistema cognitivo culturalmente extendido hace posible una expansión general de la capacidad consciente humana, permitiendo la existencia de la atención mental voluntaria y la meta-cognición—precisamente las capacidades mentales necesarias para las prácticas de mindfulness.
La lección que quiero extraer de estas reflexiones es que cuando practicamos el tipo de mindfulness delcual hablamos en el libro De Cuerpo Presente (Varela, Thompson, & Rosch, 1992), estamos utilizando habilidades cognitivas sociales y culturales. Las capacidades meta-cognitivas centrales que entran en funcionamiento en las prácticas de mindfulness pertenecen al dominio de la cognición social. Por lo tanto, comprender la meditación mindfulness como una especie de introspección privada es un error. Mindfulness no es la percepción interior de un dominio mental privado, pre-existente e independiente; mindfulness es la meta-cognición—la cognición social internalizada—de una experiencia socialmente constituida.
Afirmar lo anterior no significa—ni es una consecuencia lógica—que todo lo que tenga que ver con la conciencia es socialmente constituido. Mi punto es que la meta-cognición es inherentemente social y que es un aspecto central de mindfulness. Incluso si fuese posible, como ciertos sistemas contemplativos y filosóficos budistas lo firman, morar en la “pura conciencia” vacía de cualquier estructura sujeto-objeto, en la cual se dice que mindfulness consiste en “mera no-distracción”, en el momento en que se piensa o conceptualiza esta experiencia (lo cual, por cierto, ya ha sucedido al describirla de esta manera), uno se encuentra en el dominio de la meta-cognición y por tanto de la vida social.
Foto de portada The one who does not judge por Hartwig HKD
Referencias
Anderson, M. L., Kinnison, J., & Pessoa, L. (2013, junio). Describing functional diversity of brain regions and brain networks. NeuroImage. Elsevier BV. Recuperado a partir de http://dx.doi.org/10.1016/j.neuroimage.2013.01.071
Thompson , E. (s. f.). The Embodied Mind in Hindsight. The Brains Blog. Recuperado mayo 19, 2017, a partir de http://philosophyofbrains.com/2017/01/23/the-embodied-mind-in-hindsight.aspx
Varela, F., J., Thompson, E., & Rosch, E. (1992). De cuerpo presente. Gedisa.
Escrito por Evan Thompson
Filósofo que trabaja en los campos de la ciencia cognitiva, la filosofía de la mente, la fenomenología y la filosofía transcultural, especialmente la filosofía asiática y la filosofía budista contemporánea en diálogo con la filosofía y la ciencia occidentales.
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